Durante dieciocho años, Germán, el tercer hijo del Rey del Sur Eduardo, fingió estar loco para ocultar su verdadero poder. En realidad, era un semidiós marcial y el líder de la organización de asesinos más temida del mundo. Su disfraz era necesario, pues las hazañas de su padre habían despertado la sospecha del Emperado, Alejandro. Cuando el emperador volvió a conspirar para destruir la Mansión del Rey del Sur, Germán rompió su máscara.